Propiedades en Costa Rica

Un servicio de Empresas en Costa Rica

Información: Noticias: Prensa

Made in Costa Rica

Políticas visionarias estatales permitieron el florecimiento a finales de la década anterior de un nuevo rubro exportable ligado al sector de la información.

Ana Cristina Rojas

Actualidad Económica (fuente original)

6 de setiembre de 1999

Quién hubiese imaginado décadas atrás que Costa Rica, ese diminuto punto en la geografía mundial, al que muchos en el plano internacional asocian con la producción de banano, café, frutas, monos y playas, figuraría años después entre los principales productores y exportadores latinoamericanos de software.

Si bien, en ese entonces, tal aseveración hubiese pasado por absurda, lo cierto es que, en efecto, hoy día Costa Rica añadió a su curriculum de exportaciones este nuevo renglón. A diferencia de otras actividades similares generadas por la inversión extranjera instalada en suelo nacional, la exportación de software ofrece un altísimo valor agregado local, y la facilidad de que por tratarse de una actividad intensiva en conocimiento, no requiere de mayor inversión inicial.

Aún cuando resulta imposible cuantificar con exactitud el valor total de estas exportaciones, por la invisibilidad de su comercio, empresarios del ramo estiman que en 1998 estas representaron unos $60 millones, cifra algo conservadora frente a otras valoraciones que hablan de unos $200 millones.

Más allá de los números, lo esencial es que se trata de una de las industrias más pujantes de la economía moderna que, aprovechando su potencial de crecimiento futuro en América Latina y las condiciones internas, podría favorecer una explosión de centenares de pequeñas y medianas empresas costarricenses productoras y exportadoras de software.

Estudios recientes señalan que el sector ligado a la información es el generador del 80% del crecimiento experimentado por la economía estadounidense durante los últimos años, pese a que sus ingresos brutos representen apenas el 30% del total.

Se apunta, además, que las oportunidades de crecimiento del ramo de la tecnología en América Latina, se perfilan altamente prometedoras, por arrojar la región la más alta tasa de crecimiento mundial. Este vaticinio explica el porqué proveedores europeos y estadounidenses, hasta hace poco desinteresados en los mercados regionales, han empezado a traducir sus aplicaciones de software al español.

Para Rónald Jiménez, gestor de Codisa, empresa que vende actualmente cerca de $10 millones al año, ello posibilitaría al país, en el largo plazo, salir del subdesarrollo, pues el conocimiento, en su juicio, es en los tiempos actuales el recurso más preciado, por encima del petróleo.

Un ejemplo de lo que podría llegar a ser Costa Rica se resume en la experiencia irlandesa. Ese país con un territorio equivalente a alrededor del 20% del espacio nacional, con el doble de habitantes, alberga unas 3 mil empresas de software.

Según la Cámara de Productores de Software (CAPROSOFT) existen en Costa Rica unas 150 empresas de software, de las cuales 40 se encuentran agremiadas. De este último grupo, entre 12 y 15 concentran cerca del 80% de la producción nacional y solo unas 8 cuentan con infraestructura de exportación, informaron empresarios.

Codisa, Soin, Sysde, Tecapro, Exactus, Simsa, Artinsoft y Creadisa destacan en la incursión de mercados externos. La exportación inició en economías vecinas, pero luego, los satisfactorios resultados y la confianza en la calidad de los productos y servicios nacionales estimuló a las empresas a probar suerte en otros mercados latinoamericanos y, más recientemente, a dar sus primeros pasos fuera del hemisferio, en países de Europa, Asia e incluso del África.

Sus orígenes

Varios factores confluyeron para el buen posicionamiento del software nacional en el mercado hispanoparlante.

En primera instancia, existía una visible oportunidad de mercado, ante la ausencia de un liderazgo claro en la región, sedienta de buenos productos. Por otro lado, las condiciones internas gestadas por las políticas estatales completaron el cuadro.

La fijación de cero arancel para las importaciones de tecnología de la información, resultado de un acuerdo suscrito por el país (el único de Latinoamérica) en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC), entre 1996 y 1997, permitió el acceso a productos de software y hardware de punta, al menor precio. A esto se sumó la calidad del recurso humano que, en palabras de Roberto Echandi, director de negociaciones comerciales de COMEX, es "la cosecha de haber invertido en educación y de haber tenido universidades buenas por más de 60 años".

Una coyuntura fértil para la germinación de empresas nacionales de alta competitividad fue el ambiente desencadenado por la incorporación de la computación en escuelas y colegios. Esta política favorece el acceso de la población a la tecnología de la información, y la conformación de una generación de usuarios inteligentes, que ha obligado a las empresas a prestar servicios asociados a las nuevas tecnologías, en vez de producirse el fenómeno inverso, como en otros países, donde son las empresas las que deben más bien convencer al usuario de familiarizarse con ellas.

A parte de contar Costa Rica con una generación de profesionales tan buenos como los brasileños (de los mejores en Latinoamérica), con la ventaja de que, por su estructura de costos, sus salarios son inferiores a los de otros países competidores, el país posee otra ventaja: el servicio al cliente. Culturalmente, comentó Echandi, los costarricenses, quienes no solo producen el software sino que lo instalan y le dan seguimiento, ofrecen como valor agregado su buena disposición y trato humano, que los distingue entre los latinoamericanos.

Son -dijo- empresarios agresivos, autosuficientes, creativos y eficientes que prosperaron sin necesidad de ninguna protección. "No tuvieron CAT, y poco a poco han ido ganando confianza en sí mismos. Cuando entraron a Chile fue porque Oracle los llevó casi arrastrados, y resultaron ser tan buenos que han ido desplazando incluso a los chilenos", agregó el funcionario.

Danilo Ugalde, gerente de operaciones de Soin, coincide en que la calidad del software nacional, su principal ventaja competitiva y causante de que los productos se hayan vendido externamente sin mayor esfuerzo, sobrevino con la liberalización de los gravámenes.

El ingreso de los equipos de cómputo, en un ambiente de apertura, afirmó Ugalde, allanó el camino a los proveedores de software básico (Oracle, Microsoft, Sybase y otros) y proporcionó a los profesionales locales acceso directo a tecnología de punta antes que otros países latinoamericanos.

Algunas de las empresas costarricenses iniciaron su exportación a través de los citados proveedores que, convencidos de la eficacia del producto nacional y alentados por la buena experiencia vivida con ellas en el ámbito local, prestaron su plataforma regional para abrirles paso fuera del país. Este fue el norte seguido por Codisa, cuya comercialización realiza a partir de una red de distribuidores en los mercados regionales que atiende.

Otras empresas apostaron a un esquema mixto de distribuidores aliados y oficinas externas propias. Exactus, por ejemplo, con un crecimiento anual del ciento por ciento en sus ventas y una cartera de 200 empresas clientes medianas y medianas altas dedicadas a la manufactura, distribución y comercio, posee al igual que Soin -con una facturación anual de ventas que asciende a $19 millones- una oficina en México. Otro ejemplo es Tecapro, con oficinas propias en Venezuela, México, Colombia y España. Sus operaciones abarcan 17 países y sus usuarios de productos corporativos y de uso personal suman cerca de medio millón.

Perspectivas

Que el software llegue a posicionarse en una industria de exportación de igual o mayor relevancia que la tradicional, no es misión imposible. De hecho el propio presidente de la República, Dr. Miguel Ángel Rodríguez ha afirmado que el software "es el café del 2000". Pero cuando se consulta a los empresarios, estos se muestran un tanto escépticos y advierten que todo depende de una serie de condiciones.

Para aspirar a una exportación más agresiva se requiere de más masa humana, pues ni en el presente las universidades están produciendo los suficientes profesionales para cubrir el actual crecimiento, coinciden Claudio Pinto, gerente general de Exactus, y Alexander Mora, presidente de Tecapro. Y es que en la medida en que la economía crezca se amplía la demanda de profesionales en informática, pues el sector de software compite por este recurso cada vez más escaso, no solo con el resto del sector privado sino con el propio gobierno. Otro requisito básico, comentan los empresarios, es la instauración de un proceso de certificación de la calidad.

Empresas serias, dijo Pinto, han ido poco a poco sentando un buen nombre y credibilidad del software nacional en el extranjero, de ahí la necesidad de resguardar lo hasta entonces logrado. En la India, relató, los empresarios, antes de salir a exportar, tuvieron la visión de crear un código de ética para evitar, precisamente, que alguna empresa diera al traste con su imagen externa.

Otra limitación tiene que ver con el financiamiento, debido a que dentro de las opciones tradicionales de crédito el sector no califica, y no existe el capital de riesgo (el que ha financiado los desarrollos fuertes en informática de otros países). Por capital de riesgo, se entiende, según una definición dada por Carlos Mora de la Orden en un artículo reciente publicado por esta revista, el capital metálico e intelectual que inversionistas personales o institucionales aportan a empresarios con una idea desarrollada a nivel embrionario o en sus primeras experiencias comerciales. Luego de medir el riesgo los inversores estarían dispuestos a asumir la inversión y a colaborar activamente con el empresario para obtener jugosas rentabilidades.

Si bien es una actividad de fácil arranque, por ser el conocimiento su principal activo, demanda de una inversión permanente en investigación y desarrollo para mantener los productos a tono con la evolución tecnológica, y conservar su competitividad.

Para atraer capitales de riesgo, subrayó Alejandro Montalvo, director ejecutivo de CAPROSOFT, es imperativo consolidar las empresas y dotarlas de mayor formalidad administrativa. El área de mercadeo está sujeta también a mejoras sustanciales. Particularmente, -reveló Montalvo- en lo referente al empaque de los productos, desarrollo de la identidad de las marcas, evaluación de los nichos de mercado, valoración de los países desde donde se va a orquestar la comercialización de los productos y servicios, y afinamiento de los planes de mercadeo.

Potenciar la capacidad competitiva del sector pasa también por la apertura del monopolio de telecomunicaciones, lo cual mejoraría considerablemente la comunicación con los distribuidores. "La tecnología de la información está estrechamente ligada con la tecnología de las comunicaciones, de ahí que para crear sistemas más innovadores y creativos es indispensable contar con una infraestructura eficiente en comunicaciones", anotó Montalvo.

Estas anotaciones deben tomarse muy en cuenta, en momentos en que las aguas del mercado latinoamericano -hasta hace poco virgen e inexplorado- empezaron a agitarse. Transnacionales europeas y estadounidenses, cuyas soluciones son más costosas, genéricas y menos adaptadas a las necesidades de las empresas regionales, han iniciado sus primeros pasos. Al mismo tiempo, compañías locales de fuerte trayectoria -principalmente mexicanas, chilenas, colombianas, argentinas y brasileñas, están irrumpiendo agresivamente sus fronteras nacionales para expandir su presencia. 

Notas

  • La exportación de software es una de las actividades de exportación nacional con mayor valor agregado actualmente: aproximadamente un 95% por cada dólar exportado.
  • Alrededor de ocho empresas costarricenses poseen ya una plataforma de exportación establecida, que incluye una amplia red de distribuidores en los mercados en los que se tiene presencia (Latinoamérica, y en menor medida Europa y Asia) y en algunos casos oficinas propias en los mercados con mayor potencial.
  • Si bien el costo al que se vende el software en el exterior varía de país a país y de un caso a otro, este puede oscilar entre miles y cientos de dólares.
  • Los destinos de venta de mayor atractivo en términos de rentabilidad y amplitud, son principalmente México, Venezuela, Argentina, Brasil y Colombia. Lo anterior debido a que mientras un producto de software que en El Salvador (para citar un caso) se vende en $1.000, en México su valor puede alcanzar hasta $10.000, por la diferencia en el poder adquisitivo de los países. Brasil representa el 50% del mercado latinoamericano, México y Argentina 30%, y el otro 20% se lo reparten el resto de los países.
  • Desarrollar un producto de software puede consumir un promedio de tres años y, dependiendo del caso, miles o millones de horas hombre.
  • La rentabilidad de la actividad depende del manejo administrativo y de la capacidad para determinar si el producto satisface las necesidades y expectivas de sus usuarios.
  • Los próximos desarrollos de productos de software deberán tener como plataforma común Internet.

Propiedades en Costa Rica

Un servicio de Empresas en Costa Rica